Saludo de la Hermana Mayor

Queridos hermanos y hermanas de la Archicofradía de la Sangre,

Me dirijo a vosotros con el corazón lleno de gratitud y emoción al acercarnos, una vez más, al tiempo de Cuaresma y a nuestro tan esperado Miércoles Santo. Este año tiene para mí un significado especial, ya que será el último en el que tendré el honor de serviros como Hermana Mayor.

La Cuaresma nos invita a la reflexión, a prepararnos espiritualmente y a renovar nuestra fe. Es un tiempo de recogimiento y compromiso, en el que recordamos el sacrificio de Cristo y nos unimos como comunidad para acompañarle en su Pasión. En este camino, el Miércoles Santo se convierte en el momento culmen para nuestra Archicofradía, un instante único en el que llevamos a nuestras Sagradas Imágenes por las calles de Málaga, testimoniando nuestra devoción y fe.

No tengo palabras suficientes para expresar lo que han significado estos ocho años como Hermana Mayor. Ha sido un privilegio enorme liderar esta Archicofradía, pero, sobre todo, ha sido una experiencia profundamente enriquecedora gracias a cada uno de vosotros, los hermanos que conformáis esta gran familia. Estoy inmensamente agradecida por la confianza que habéis depositado en mí todos estos años para desempeñar esta responsabilidad, que siempre he llevado con el máximo respeto y amor por nuestra Archicofradía.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a Don Jesús Catalá, Obispo de nuestra diócesis de Málaga, por su cercanía y acompañamiento durante todos estos años. Su guía y apoyo han sido un pilar fundamental para nuestra Archicofradía, y me siento profundamente agradecida por sus palabras, su ejemplo y su dedicación a nuestra labor cofrade. A nivel personal, ha sido un honor contar con su respaldo en este camino, y valoro enormemente su orientación y confianza a lo largo de estos años.

Asimismo, quiero dar las gracias a don Alejandro, nuestro párroco y director espiritual, por su compromiso con nuestra Archicofradía y por su constante disponibilidad para acompañarnos en nuestro camino de fe. Personalmente, le agradezco su cercanía y sus sabios consejos, que han sido para mí un gran apoyo en los momentos más importantes de esta etapa.

Igualmente, quiero aprovechar estas líneas para dar las gracias de corazón a todas las personas que han trabajado conmigo a lo largo de estos años, a la Comisión Permanente, a la Junta de Gobierno, a todos los departamentos, grupos y equipos de trabajo y a todos aquellos que, con su esfuerzo desinteresado, han hecho posible que nuestra Archicofradía siga brillando con la fuerza y el espíritu que la caracterizan.

Al mismo tiempo, quiero pediros disculpas por los errores que haya podido cometer en este tiempo. Toda decisión que tomé fue siempre con la intención de servir lo mejor posible a nuestra Archicofradía, aunque soy consciente de que no siempre habré estado a la altura de vuestras expectativas. Gracias por vuestra comprensión y apoyo incluso en los momentos más difíciles.

Quiero también expresar mi más sincero agradecimiento a los hermanos mayores y compañeros de las otras cofradías con los que he tenido la suerte de coincidir a lo largo de estos años. Vuestro ejemplo, apoyo y camaradería han sido una inspiración constante, y compartir este camino junto a vosotros ha sido un verdadero honor. Agradezco también la confianza que, desde la Agrupación, me han brindado los dos presidentes con los que he tenido el privilegio de trabajar. Gracias por vuestra dedicación, cercanía y por creer en mí, permitiéndome ser parte activa de este proyecto que mantiene vivas nuestras tradiciones y nuestra Semana Santa.

No puedo cerrar esta carta sin expresar mi gratitud más profunda a mi familia, a mis amigos y a mis compañeros de trabajo. Habéis sido el apoyo silencioso, pero constante que me ha dado la fuerza para seguir adelante, incluso en los momentos más desafiantes. A mi familia, gracias por vuestra paciencia infinita, por entender las largas ausencias, las horas robadas al hogar y por ser mi refugio cuando más lo necesitaba. A mis amigos, gracias por vuestro aliento incondicional y por animarme a seguir cuando las fuerzas flaqueaban. A mis compañeros de trabajo, gracias por vuestra comprensión y por permitirme compaginar esta responsabilidad con mi vida profesional. Sin vosotros, este camino no habría sido posible.

Aunque esta etapa como Hermana Mayor llegue a su fin, siempre seré una más entre vosotros, caminando junto a nuestra Archicofradía y compartiendo el orgullo y la devoción que sentimos por ella. Deseo de corazón que, en este Miércoles Santo, nuestro Cristo de la Sangre y María Santísima de Consolación y Lágrimas iluminen vuestros corazones y os acompañen en cada paso.

Que esta Cuaresma sea un tiempo de renovación para todos nosotros, y que el Miércoles Santo volvamos a ser testigos de esa fe que nos une y nos fortalece como hermanos en Cristo.

Con todo mi cariño y gratitud,
Laura Berrocal Montañez