Málaga se reencontró con su Virgen de Consolación y Lágrimas.
Era viernes por la tarde y la gente que se agolpaba a las puertas de nuestra parroquia de la Santa Cruz y San Felipe Neri accedió rápidamente al encuentro de nuestra Madre cuando a las 17:30 horas se abrían las puertas. Fuera, expectación; dentro, el recogimiento de una luz tenue que alumbraba la renovada belleza de la Virgen de Consolación.
La Imagen, vestida para esta ocasión tan especial con la saya y el manto de salida de la Virgen del Traspaso y Soledad de Viñeros y la diadema dieciochesca de la Virgen de los Dolores de la Hermandad del Nazareno de Benalmádena, lucía espléndida tras la intervención de Francisco Naranjo y bellamente ataviada por su vestidor, Alejandro Guerrero, con un nuevo encaje londinense de punto de aguja del siglo XIX, que ha sido obsequio de sus camareras. Los puños, de aplicación de Bruselas, también eran estreno y donación de un devoto. Todo en Ella era un regalo, pues hasta la restauración ha sido posible gracias a un devoto al que la Archicofradía le estará siempre agradecida.
Pero el mayor de los regalos era volver a postrarse ante su mirada y contarle aquello que durante estos cuatro meses ha acontecido en nuestros corazones. Prueba de ello fue el incesante ir y venir de archicofrades, devotos, curiosos y malagueños, en general, para ver a la Santísima Virgen.
Con el paso de las horas la iglesia fue oscureciéndose hasta que tan solo quedó iluminada su belleza. Ni tan siquiera el alto número de fotógrafos allí congregados ante la Imagen, especialmente en lo hora que nuestra Archicofradía reservó para ellos, se atrevieron a romper el momento con sus flashes. La luz que desprendía Ella lo hacía todo.
La bulla del viernes se transformó en intimidad el sábado por la mañana. El paseíllo de devotos y curiosos, incluido turistas que se acercaban a la parroquia y que quedaban prendados por nuestra Madre y preguntaban quién era, fue más sosegado, aunque nunca se interrumpió.
No obstante, la iglesia se inundó de cariño y sentimientos cuando llegaron sus hijos, aquellos que se convierten en sus pies cada Miércoles Santo. Una oración ante Ella, unidos por sus brazos, pero sobre todo unidos por el amor que se siente hacia una Madre, hizo que los sentimientos brotaran en algunos de los presentes. Como regalo, flores dedicadas desde lo más profundo de «La Naveta». Poco después, los hombres del submarino del Señor llegaron para rendir pleitesía a la Reina de San Felipe. Un nuevo centro de flores llegaba para perfumar su dulcificada belleza. Tras esto, una foto de familia de ambos submarinos ante la Santísima Virgen, que parecía querer sonreír por verlos a todos de nuevo juntos bajo su protección y su consuelo.
Ambos ramos vinieron a completar, de forma involuntaria, la exquisita labor de la albacería, que montó un sencillo a la par que elegante altar. En el mismo se podían apreciar los altos hachones cedidos por nuestra querida cofradía de Pollinica, que servían de escolta a nuestra Dolorosa y a las jarras que contenían el exorno floral escogido para este culto, compuesto tan solo por calas blancas, que se ubicaron también a los pies de la Virgen.
La tarde del sábado trajo, además de la ofrenda floral de nuestros hermanos y vecinos de la Hermandad de Salutación, las visitas más protocolarias, contando con la presencia de miembros de la Corporación Municipal, un representante de la Subdelegación de Defensa y el Hermano Mayor de la Hermandad de la Santa Cruz, además de nuestras camareras, antiguos hermanos mayores y una gran cantidad de archicofrades.
En una abarrotada iglesia, se celebró la Misa de Acción de Gracias presidida por nuestro Director Espiritual, don Alejandro Pérez Verdugo, quien felicitó tanto a la Archicofradía como al restaurador por la buena labor acometida sobre la Virgen.
Al finalizar la celebración litúrgica, la Asociación Músico-Cultural Ntra. Sra. De La Paz, nuestra querida Banda de La Paz, nos trajo uno de los regalos más especiales que podría recibir nuestra Madre de Consolación y Lágrimas. La Banda había acordado imponer a la Virgen su Escudo de Oro. Nuestra Hermana Mayor, Laura Berrocal, lo recogía ante la Imagen de manos del presidente de la banda, José Antonio Aguilar Cantarero.
Finalmente, y tras el cierre de la parroquia, la Archicofradía y Málaga pusieron su atención en la conferencia que impartió Francisco Naranjo en la Sala Capitular de la Agrupación de Cofradías. Naranjo recorrió brevemente algunos aspectos históricos de la talla para centrarse, posteriormente, en la parte más técnica de la charla, explicando el proceso de restauración y mostrando fotos del mismo.
Nuestra Hermana Mayor concluyó el acto con palabras de agradecimiento. Palabras llenas de emoción contenida que cerraron estos dos días históricos para nuestra Archicofradía. La misma emoción contenida que existía en cada uno de los corazones que volvieron a encontrarse con la dulce y maternal mirada de nuestra Virgen de Consolación y Lágrimas.