Diadema de los esmaltes
Diseño: Salvador de los Reyes | Autor: Cristóbal Martos (Orfebrería) y Diego Cortés (Esmaltes)
Año: 1999 | Materiales: Plata, nácar, esmaltes y oro
La ráfaga ha sido realizada con las técnicas del labrado, cincelado y repujado, con incrustaciones de nácar y esmaltes y con baño de oro fino.
En cuanto a su descripción, el primer cuerpo de la pieza, sirve de base para todo el discurso ornamental e iconográfico como diadema de la “Celestial Princesa”. Aparece separado de la parte superior por paños que rodean toda la composición, también se observan siete franjas ornamentales separadas por motivos “a candelieri”, que se basan de roleos de carácter vegetal y azucenas que enmarcan los óvalos donde se fijan los esmaltes, que sirven de soporte a una historia iconográfica dedicada a María Santísima de Consolación y Lágrimas. Al idearse la colocación, el principal a Nuestra Señora de Consolación y Correa, imagen de gloria que se venera en la Iglesia de San Agustín de nuestra ciudad.
La Santísima Virgen, además de ser consuelo de los afligidos, es socorro y auxilio de los cristianos, por ello aparecen representadas la Santísima Virgen del Perpetuo Socorro y María Auxiliadora.
La imagen de la Purísima pisando con su pie el pecado, es tema de otro esmalte. La pureza inmaculada de María también aparece reflejada en las azucenas que se disponen en las estrellas.
Simétricamente con el anterior se dispone la imagen de la Virgen de la Merced, comendadora de la Iglesia malagueña del mismo nombre, que fue sede canónica de esta Archicofradía de la Sangre. También representada en una alegórica de la Sangre de Cristo derramada. Este esmalte refleja a la tierra dominada por el pecado en forma de zarza, pero que sirve de peana a la Santa Cruz, eje del mundo, de la que brotan cinco llagas de Cristo. El momento de la Redención se manifiesta con las tinieblas cubriendo la luna y el sol.
El último esmalte representa la advocación de la Virgen, en un manto malva que protege a la Iglesia de la Merced. María “Consuelo de los Afligidos” de los que sufrieron o sufren hoy en día por la desaparición de dicha Iglesia.
El Santo Sudario, título también de esta institución se manifiesta en el paño que campea en la parte inferior de la ráfaga.
Cierra el conjunto en su eje axial, el símbolo que abre el cortejo triunfal de la Archicofradía, su esbelta Cruz Guía y, como la Virgen también se llama de Lágrimas, se reflejan en forma de seis perlas al ser el número que tiene de lágrimas en su rostro de nácar la imagen. Completándose con una serie de rayos rectos y curvos, que le dan mayor grandiosidad a la obra.