Preseas de la Virgen

Corona Real

Diseño y autor: Manuel Seco Velasco
Año: 1946 | Restauraciones: Cristóbal Martos la restaura y dora de nuevo en 1998
Materiales: Metal blanco y pedrería

 

Realizada por el orfebre sevillano Manuel Seco Velasco, muestra la tipología de corona del tipo de canastilla, es decir, de un aro alto de sección tronco-cónica invertida, completándose con anchas bandas o ráfagas de rayos biselados y desiguales alternativamente y resueltos en sus extremos por estrellas, materializándose así la seña apocalíptica: “y sobre su cabeza, una corona de estrellas”. (Ap. 12,1). En la parte superior está rematada por una Cruz latina sobre el mundo, identificando a María como “Sagrario viviente” del Hijo.

La decoración en el aro de la base, está resuelta por óvalos, flores y guirnaldas, que a su vez, está revestida de diferentes tipos de piedras semipreciosas, como un rubí en su parte central, y circundado por amatista y circonitas para dotar de más realce a la pieza.

Para su ejecución se emplearon las técnicas del labrado, repujado y cincelado, todo ello sobredorado con incrustaciones de pedrería.

Corona del V Centenario

Diseño: Fernando Joyeros | Autor: Manuel Valera
Año: 2007| Materiales: Plata de ley sobredorada y pedrería

 

Realizada por el orfebre cordobés Manuel Valera y diseñada por la firma de joyería Fernando Joyeros, la corona recuerda a las malagueñas de mediados del siglo pasado, de canasto e imperiales altos. En el canasto figuran dos escudos frontales realizados en esmalte a fuego: el de la Archicofradía en un lado y un “Ave María” en el otro. La ráfaga recuerda a la corona que portaba la Santísima Virgen en las primeras fotografías que se le realizan poco después de su bendición en 1929. Característicos de esta corona son los roleos con hojas de acanto que flanquean, en la parte superior, a la Cruz latina realizada en oro de ley con amatistas y en cuyo centro se incrusta un diamante. Finalmente, la presea está enriquecida en su canasto y aureola con amatistas, esmeraldas y perlas cultivadas.

Para su ejecución se emplearon las técnicas del labrado, repujado y cincelado, todo ello sobredorado con incrustaciones de pedrería.

Esta corona sirvió para la Coronación Litúrgica de la Santísima Virgen de Consolación y Lágrimas, que se celebró con un Solemne Pontifical en la parroquia de la Santa Cruz y San Felipe Neri oficiado por el obispo de Málaga, Antonio Dorado Soto, junto al Delegado Episcopal de Hermandades y Cofradías, Felipe Reina, y los que fueran Directores Espirituales de nuestra Corporación, Isidro Rubiales y Gabriel Pérez. La Coronación Litúrgica se englobó dentro de los actos que conmemoraban el V Centenario fundacional de nuestra Archicofradía.

Diadema de 1929

Diseño: Francisco Naranjo | Autor: José Ismael Moya
Año: 2020 | Materiales: Plata

 

Se trata de una ráfaga o diadema diseñada por Francisco Naranjo Beltrán, que viene a recuperar la pieza que lució María Santísima de Consolación y Lágrimas en su bendición y en las conocidas fotos de 1929.

La pieza ha sido realizada en el taller de orfebrería del artista José Ismael Moya Bos, en Dos Hermanas, que ha sido capaz de hacer realidad el añejo diseño, constituyendo esta su primera obra para nuestra ciudad. Para su ejecución se han empleado las técnicas del labrado, repujado y cincelado.

El halo está compuesto por una banda realizada a base de semicírculos y decorada con hojas de acanto y cabezas de querubines alados ensimismados en la belleza de la Virgen. Del mismo parten 16 estrellas que coronan las sienes de la Dolorosa, culminando sendos rayos flamígeros y rectilíneos, que se intercalan con rayos terminados en florones. La cruz central, decorada con hojas de acanto, remata el elegante conjunto.

Diadema de los esmaltes

Diseño: Salvador de los Reyes | Autor: Cristóbal Martos (Orfebrería) y Diego Cortés (Esmaltes)
Año: 1999 | Materiales: Plata, nácar, esmaltes y oro

 

La ráfaga ha sido realizada con las técnicas del labrado, cincelado y repujado, con incrustaciones de nácar y esmaltes y con baño de oro fino.

En cuanto a su descripción, el primer cuerpo de la pieza, sirve de base para todo el discurso ornamental e iconográfico como diadema de la “Celestial Princesa”. Aparece separado de la parte superior por paños que rodean toda la composición, también se observan siete franjas ornamentales separadas por motivos “a candelieri”, que se basan de roleos de carácter vegetal y azucenas que enmarcan los óvalos donde se fijan los esmaltes, que sirven de soporte a una historia iconográfica dedicada a María Santísima de Consolación y Lágrimas. Al idearse la colocación, el principal a Nuestra Señora de Consolación y Correa, imagen de gloria que se venera en la Iglesia de San Agustín de nuestra ciudad.

La Santísima Virgen, además de ser consuelo de los afligidos, es socorro y auxilio de los cristianos, por ello aparecen representadas la Santísima Virgen del Perpetuo Socorro y María Auxiliadora.

La imagen de la Purísima pisando con su pie el pecado, es tema de otro esmalte. La pureza inmaculada de María también aparece reflejada en las azucenas que se disponen en las estrellas.

Simétricamente con el anterior se dispone la imagen de la Virgen de la Merced, comendadora de la Iglesia malagueña del mismo nombre, que fue sede canónica de esta Archicofradía de la Sangre. También representada en una alegórica de la Sangre de Cristo derramada. Este esmalte refleja a la tierra dominada por el pecado en forma de zarza, pero que sirve de peana a la Santa Cruz, eje del mundo, de la que brotan cinco llagas de Cristo. El momento de la Redención se manifiesta con las tinieblas cubriendo la luna y el sol.

El último esmalte representa la advocación de la Virgen, en un manto malva que protege a la Iglesia de la Merced. María “Consuelo de los Afligidos” de los que sufrieron o sufren hoy en día por la desaparición de dicha Iglesia.

El Santo Sudario, título también de esta institución se manifiesta en el paño que campea en la parte inferior de la ráfaga.

Cierra el conjunto en su eje axial, el símbolo que abre el cortejo triunfal de la Archicofradía, su esbelta Cruz Guía y, como la Virgen también se llama de Lágrimas, se reflejan en forma de seis perlas al ser el número que tiene de lágrimas en su rostro de nácar la imagen. Completándose con una serie de rayos rectos y curvos, que le dan mayor grandiosidad a la obra.