El pasado fin de semana, entre los días 18, 19 y 20 de marzo, nuestra Archicofradía celebró el Solemne Triduo y la Función Principal en honor y gloria de nuestros Sagrados Titulares.
Este año, ha destacado sobremanera la labor de la Albacería, que ha sido muy aplaudida por los cofrades y los malagueños, al recuperar una estampa histórica para el altar efímero del Triduo. En el bajo coro se levantó una estructura en la que se recreaba el monte calvario a la manera en que procesionó en 1919, en el por entonces único trono de nuestra Corporación: el Santísimo Cristo de la Sangre se presentaba escoltado por San Juan y la nueva imagen de Santa María Magdalena mientras que, a sus pies arrodillada, se presentaba Nuestra Señora y Madre del Socorro.
En el monte de corcho, lirios y hojarasca, se presentaron diversos angelitos del trono del Señor, que portaban la lanza de Longinos y la túnica sagrada que los romanos se sortearon. En el centro, dos de los referidos querubines sostenían la pequeña urna que contiene los restos de la rodilla calcinada de la primitiva imagen del Cristo de la Sangre.
La Virgen del Socorro lucía de nuevo su traje cortesano, aunque con un escueto tocado de organza que realzaba, aún más si cabe, su belleza. Portaba, además, la Diadema de 1929, un rosario de azabache y la espada de dolor, tan característica de su iconografía. Verla arrodilla al pie de la cruz del Señor sobrecogía de una manera abrumadora.
Tuvimos la fortuna de poder contemplar de cerca la nueva imagen realizada por Francisco Naranjo para el misterio del Santísimo Cristo: María Magdalena. Estrenaba todo el conjunto de ropajes, confeccionados por el citado artista, y que se compone de falda y corpiño en terciopelo rojo, con ribetes en terciopelo verde, dorado y pedrería, así como camisa blanca con cuello alto y mangas abullonadas junto con el manto en tonalidad celeste en muaré. El conjunto de broches y pendientes también eran estreno, como lo fue la hermosa aureola, realizada por Orfebrería Montenegro bajo diseño de Naranjo, realizada en metal plateado y sobredorado con amatistas.
Desde estas líneas, queremos agradecer la disposición de nuestros hermanos de la Cofradía de Santo Traslado y Soledad, que nos cedió el titulus crucis en orfebrería que lucía la cruz del Señor de la Sangre y que venía a completar la recreación de la histórica estampa.
El altar se completaba con diversos candeleros y los hachones de nuestra Archicofradía, así como con dos jarras del trono de la Santísima Virgen, decoradas con planta silvestres, como las que formaron las guirnaldas que decoraron el dosel que enmarcaba el conjunto.
María Santísima de Consolación y Lágrimas presidió el Solemne Triduo desde nuestra capilla de San Felipe, acompañada por la el Santo Sudario, Cotitular de nuestra Cofradía, que se ubicó tras Ella. La Virgen se presentaba vestida con el manto de procesión de 1929 bordado por las RRMM Adoratrices y la saya verde realizada por Juan Rosén, con piezas del antiguo guion corporativo, en la década de 1980. Portaba en sus manos el pañuelo de su primera salida procesional, del año 1929, la Medalla de la Ciudad y la Corona de Manuel Valera, así como collar de perlas y rosario negro de azabache que pertenecieron a Dña. Ana, esposa de nuestro Ilustre Hermano Mayor, D. Antonio Baena Gómez. La imagen de la Santísima Virgen se elevó sobre la peana realizada con las antiguas cabezas de varal y se iluminó por sendos candeleros.
El Solemne Triduo estuvo presidido por nuestro Director Espiritual y Canónigo de la Catedral, Rvdo. P. D. Alejandro Pérez Verdugo.
En la tarde del sábado, tras la celebración del segundo día del ejercicio del Triduo, nuestra Cofradía entregó sendos reconocimientos a los hermanos que cumplían 25 y 40 años bajo los varales de nuestros Sagrados Titulares.
Finalmente, en la mañana del domingo, momentos antes de celebrar la Función Principal, nuestro párroco bendijo la imagen de la Magdalena. Tras la mencionada Función, se impuso la medalla de la Archicofradía a los nuevos hermanos. Del mismo modo, nuestra Corporación vivió un momento de gran intensidad emotiva cuando la familia de nuestro recordado H.D. José Santiago Párraga, que fue Hermano Mayor entre 1993 y 1997, donó la Medalla de Oro que le fue entregada en diciembre de 1997, ofrendándosela al Santísimo Cristo de la Sangre, depositándola a los pies del mismo en el altar efímero.
Para finalizar esta crónica, queremos destacar dos aspectos: en primer lugar, el encendido por parte de miembros del submarino del Señor de su retablo cerámico en la plazuela, hecho que se está convirtiendo poco a poco en una bonita tradición. Y, de la misma manera, destacar la gran afluencia de público, hermanos, cofrades y fotógrafos que se acercaron a contemplar a nuestros Sagrados Titulares en los días en que estuvieron dispuestos para la celebración de nuestros cultos y que destacaron en sus comentarios el buen hacer de la Albacería y la labor del vestidor.