Nuestra Archicofradía tiene sus orígenes muy cercanos a los tiempos de la reconquista de Málaga. Esto hace que a través de los siglos, la historia de la corporación se vea adornada con historias populares y leyendas, como la del Cristo de la Sangre, recogida por Diego Vázquez Otero en su libro Tradiciones Malagueñas, siendo una leyenda conocida sobre todo entre marineros, mareantes y pescadores.
Como toda leyenda, la verdad habrá sido adornada con extraordinarios sucesos gracias a la transmisión oral realizada durante generaciones, pero puede que en ella, encontremos la explicación del origen de nuestra Archicofradía del Santísimo Cristo de la Sangre.
Cuenta Diego Vázquez que, al final del siglo XV, al amanecer un día sereno y apacible, salió de nuestras playas una barca de vela con su jábega y sus hombres para pescar como se hacía cotidianamente en la época. El patrón de la embarcación, queriendo llenar las redes tras unos días de escasa pesca, se adentró con esta y sus marineros más de lo que se aconsejaba, hasta tal punto, que no se divisaba ni tan siquiera el Castillo de Gibralfaro.
Estando ya tan lejos de la costa, el cielo se cubrió súbitamente de nubarrones y el mar, tranquilo y apacible, comenzó a agitarse por el viento. Los tripulantes lucharon contra la tempestad hasta que flaquearon las fuerzas y, sabedores del fatal desenlace, comenzaron a confesarse unos a otros, implorando la misericordia de Dios por sus pecados, sin perder la confianza en Dios, con poder para salvarlos del peligro inminente.
Es entonces, cuando un rayo de sol atravesó las densas nubes para iluminar un punto concreto de las turbulentas aguas. Los marineros, sorprendidos, observaron como en ellas se iluminaba la efigie de un Crucificado. Dirigieron la embarcación hasta el punto donde la talla se encontraba mientras que, a medida que se aproximaban a la misma, el mar recobraba la calma. Al llegar a la Imagen, con gran respeto, subieron la efigie a la embarcación, percatándose de que la herida del costado fluía sangre.
Cuando regresaron a la costa, sus familiares aguardaban en la playa ante el temor de que no volvieran tras la tormenta. Los marineros se aproximaron hasta allí gritando: “El Cristo de la Sangre”; lo que atrajo a todo el pueblo hasta la orilla. Desembarcaron la Sagrada Imagen entre un gran silencio y la trasladaron a una capilla de los alrededores*, desde donde el Cristo realizó innumerables prodigios. Tras estos sucesos, a inicios del siglo XVI, por iniciativa del Infante don Fernando, cardenal de Austria, se constituyó la Cofradía en el Convento de la Merced.
* Diego Vázquez debe referirse a una ermita cercana existente entre el Cerro de San Cristóbal y el monte Gibralfaro, donde estaba establecida, por aquel entonces, la Orden de la Merced.