Grupo Escultórico de la Sagrada Lanzada

El Santísimo Cristo de la Sangre, actualmente, es acompañado en su trono procesional por un grupo escultórico que escenifica el momento del misterio de la Sagrada Lanzada, recogido en el Santo Evangelio de San Juan (19: 31-35), en el que se dice: “Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí. Vinieron, pues, los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con él. Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas. Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua”.

Nuestro primitivo Titular siempre procesionó en solitario o en compañía de sendos angelotes que portaban toallas de lino para recoger la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor. A partir de mediados del Siglo XIX, el misterio representó un Stábat Mater con las imágenes de la Virgen del Socorro, donada por N.H.D. Antonio Gutiérrez de León, San Juan Evangelista y una Magdalena.

En los años veinte del siglo XX, el escultor valenciano pero afincado en Sevilla, Francisco Marco Díaz Pintado, realiza las figuras de María de Cleofás y María Salomé, así como la imagen del soldado Longinos a caballo y un sayón.

Tras los acontecimientos de 1931 y 1936, en donde se pierde la gran totalidad del patrimonio histórico-artístico de la Archicofradía, esta volverá a procesionar a partir de 1943, con la nueva imagen del Santísimo Cristo de la Sangre formando la escena del Calvario junto con Nuestra Señora y Madre del Socorro, única imagen que se salvó de aquellos hechos, y San Juan. Será en 1963, cuando se una al misterio el grupo de la Lanzada con Longinos a caballo y un sayón, obras de Pedro Pérez Hidalgo. Posteriormente, en la última década del siglo XX, se encarga la realización de un nuevo conjunto escultórico al artista malagueño Rafael Ruiz Liébana, que realiza nuevas imágenes en 1997. Es entre los años 2023 y 2024 cuando la Hermandad vuelve a reformar su misterio, con la realización de María Magdalena, María Cleofás y María Salomé, obras de Francisco Naranjo.

Virgen del Socorro y San Juan

Nuestra Señora y Madre del Socorro: Antonio Gutiérrez de León, 1858
San Juan Evangelista: Amadeo Ruiz Olmos, 1943

La imagen de la Stma. Virgen es talla de vestir realizada por Antonio Gutiérrez de León en 1858, de gran valor artístico, siendo donada a la Archicofradía por su autor. Se integra en el conjunto escultórico, situada a la derecha del Crucificado, viviendo en primera persona el dolor por el sufrimiento de su Hijo, que se refleja en su profundo llanto. Para más información, diríjase a la sección dedicada a la imagen en esta misma web.

San Juan Evangelista es una imagen de vestir, realizada por el escultor cordobés Amadeo Ruiz Olmos, en 1943. Situado a la izquierda del crucificado, viste túnica a la usanza hebrea, portando en su cabeza un nimbo o halo de metal dorado, como signo de santidad. Acompaña durante el año al Santísimo Cristo de la Sangre y a María Santísima de Consolación y Lágrimas en el altar de la Archicofradía en la parroquia.

María Magdalena, María Cleofás y María Salomé

María Magdalena: Francisco Naranjo Beltrán, 2023
María de Cleofás y María Salomé: Francisco Naranjo Beltrán, 2024

Las tres imágenes son de candelero, elaboradas en madera de cedro real, talladas y policromadas. En todo se ha seguido la tradición de la estatuaria barroca andaluza, aplicando sobre las tallas una policromía al óleo pulimentada e incluyendo postizos como las lágrimas y los ojos de cristal pintado o las pestañas y la peluca de pelo natural para dotarlas de mayor realismo y expresividad.

Con estas nuevas piezas se pretende conseguir dotar a la escena del misterio procesional del Santísimo Cristo de la Sangre de mayor teatralidad, dinamizando la escena al aportar movimiento a la composición: María Magdalena eleva su mirada, clavándola en el rostro del Señor, extendiendo su mano, tratando de acariciar el madero sosteniendo el frasco de ungüento con el que perfumó un día los pies de Cristo y que, siguiendo las palabras de Jesús, guardó para ungir su cuerpo en su sepultura; mientras, María Cleofás clava su mirada en el madero y extiende sus manos en actitud implorante; finalmente, María Salomé da la espalda a la escena, llevándose una mano a la cabeza, incapaz de asimilar el drama que presencia mientras dirige su mirada al espectador, tratando de introducir a los fieles dentro del momento representado en el trono del Santísimo Cristo de la Sangre.

En cuanto a las vestimentas de las Veneradas imágenes, Francisco Naranjo ha sido también el responsable de su diseño y ejecución.

Los ropajes de la Magdalena están inspirados en el traje cortesano de la pintura de Santa Casilda, realizada por Zurbarán hacia 1635, estando compuesto de falda y corpiño en terciopelo rojo, con ribetes en terciopelo verde, dorado y pedrería, así como camisa blanca con cuello alto y mangas abullonadas junto con el manto en tonalidad celeste en muaré. El conjunto se completa con dos broches pectorales en dorado y sendos pendientes de perlas.

Para las imágenes de Cleofás y Salomé ha ideado unos ricos ropajes de corte renacentista inspirados, sobre todo, en el atuendo de las mujeres de los Austrias españoles. Así podemos ver en ellos una evidente influencia de la indumentaria de retratos como el de la Emperatriz Isabel, esposa de Carlos V, o de la reina Isabel de Valois, esposa de Felipe II.

Santa María Cleofás luce un sobrevestido de símil de brocado de terciopelo morado, con vueltas en raso de seda color malva, abiertas para lucir las mangas blancas de la camisa interior, con alamares en color plata en mangas y en el vestido a modo de botonadura. Su rostro va envuelto en un tocado de tisú de plata que nos evoca y traslada a la obra del pintor flamenco Rogier van der Weyden en su “Descendimiento de la Cruz”. Cubre su cabeza con un manto de terciopelo color rosa empolvado guarnecido de plata. Como única joya, un broche pectoral.

Santa María Salomé porta un terno similar al anterior, en tejido similar a terciopelo negro brocado, con vueltas en raso de seda color dorado, mangas blancas y alamares de color oro, rematando toda la pieza, al igual que en el caso anterior, un rico agremán dorado. Luce similar tocado en tisú de plata, broche pectoral y cubre su cabeza con un manto de damasco de raso en color burdeos rematado con galón y madroños en dorado.

Longinos a caballo y sayón

Longinos, sayón y caballo: Rafael Ruiz Liébana, 1997

Imágenes talladas en madera, realizadas a imagen y semejanza de las anteriores realizadas por el escultor Pedro Pérez Hidalgo. Son las dos figuras que dan sentido al pasaje de la Lanzada. Situados frente al crucificado, Longinos montado a caballo en actitud desafiante y la mirada fijada en Jesús, porta en su mano derecha la lanza que atravesó el costado de Cristo. La imagen del sayón completa el grupo sujetando al equino en posición rampante con sus patas delanteras levantadas.

La sagrada lanzada

La lanza que porta la imagen de Longinos, donada y ejecutada por un hermano de la Archicofradía y estrenada en el año 2018, recrea la lanza que tradicionalmente se considera utilizada por el centurión, conservada en Viena. En ella aparece la representación de un clavo de Cristo, una gubia y la inscripción en latín “Lancea et Clavus Domini”, que significa “La Lanza y el Clavo del Señor”.